El dibujo como terapia.
Desde hace muchos años es conocida la importancia que el dibujo tiene en el tratamiento de muy variados trastornos emocionales, y muy especialmente en la psicoterapia de los niños.
Se trata de utilizar el arte en general, y el dibujo en particular, como una herramienta terapéutica mediante la cual vamos a tratar de acercar los sentimientos inconscientes del niño hasta un nivel donde sean conscientes para el sujeto y puedan ser explorados. A través de los dibujos se pueden manifestar una gran variedad de situaciones emocionales: frustración, rechazo, celos, amor, odio, envidias, miedos y un sinfín de sentimientos. Pero es que además mediante el dibujo el niño puede revivir experiencias reales, muchas veces mezcladas con sus propias fantasías. Y gracias a esa fantasía se puede llegar a conocer lo que está pasando en el mundo del niño, lo que ocurre en su interior, lo que mantiene oculto, y averiguar lo que está sucediendo en su vida. El niño en ocasiones puede fantasear con cosas que no han ocurrido nunca en la realidad y sin embargo ellos las viven como si hubieran sucedido realmente, y en muchas ocasiones estas vivencias las guardan celosamente en su interior, dando lugar a comportamientos difíciles de explicar a ojos de los padres o familiares. Es bastante frecuente que estas fantasías imaginarias originen en el niño miedo o sentimientos de angustia, y mientras estas fantasías no afloren a la luz para analizarlas y tratarlas no se puede acabar con ellas.
Según el psicólogo de Madrid, Gerardo Castaño Recuero, ante un hecho traumático o doloroso, el niño se va a sentir mal tanto si no habla del tema como si verbaliza lo que ha sucedido, porque para él, contar con palabras el hecho traumático es como revivirlo de nuevo. Esta situación obliga al terapeuta a tener que abordar los problemas de una forma indirecta, que no ocasione dolor al niño, al revivir la experiencia traumática. Esto obliga a ser sumamente respetuoso para conseguir que poco a poco los hechos traumáticos vayan saliendo a la luz. El niño a través del dibujo exterioriza sus terrores, pero como sus personajes son fruto de su propia creación mantiene en todo momento un control sobre ese mundo amenazante y de esa forma evita revivir el horror del traumatismo emocional. Poco a poco el niño va transfiriendo sus terrores a su obra creativa aliviando así su tensión interior.
Mediante el dibujo y la pintura permitimos a los sentimientos manifestarse a través del color y las formas. Es una forma de sacar lo más profundo del ser humano, tendiendo un lazo de unión entre lo oculto y lo real, lo inconsciente y lo consciente. Para que este proceso terapéutico llegue a buen puente es sumamente necesario crear un espacio seguro para el niño (una sala de dibujo o de dibujo-terapia) que actúa como un muro de contención ante los temores, un espacio donde el niño se siente seguro y puede mediante el dibujo iniciar ese trasvase de emociones, que es en última instancia el proceso curativo.